Algunas convicciones
"Liderar significa tener algunas convicciones"
He recibido esas palabras como granos de sal en la boca. Son las que ha usado Íñigo Medina para presentar el programa de Dirección de Producto, que pronto anunciaremos. Es un texto aún sin publicar, un borrador sujeto a cambios, pero cuando algo empieza con tanta certeza, difícilmente se deje modificar.
Últimamente me encuentro (quizás porque lo busco) a personas que acometen así su trabajo —y digo trabajo en el sentido más noble y sagrado—, desde una manera de entender la vida sin ambigüedades ni relativismos, con un sentido robusto de lo que está bien y lo que está mal.
Quizás sea el menos prosaico de todos los programas, pero me queda clara una cosa: sin buenos directores y directoras de producto, nada de lo demás, ni la narrativa, ni la investigación, ni el diseño ocurrirán. Son la estructura ósea que lo sostiene todo.
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Llevo días obsesionado con esta foto por culpa de Luis Pérez. Él me habló de Fernando Caruncho, una suerte de arquitecto paisajista que propone el jardín como espacio intermedio entre el hombre y la naturaleza, entre el paisaje y la arquitectura, entre dentro y fuera.

Cuenta Malik Bendjelloul que "las películas provocan que nos emocionemos con lo vivido por otros pero la música que lo hagamos con nuestras propias vivencias”. ¿Acaso no pasa lo mismo con algunos jardines tan propicios a la introspección?
Más allá de lo obvio, lo que más me seduce de las propuestas de Caruncho es la libertad de escala. Un jardín puede ser un pequeño pasillo abierto tras la casa o un viñedo, un patio delantero o un trigal.
Me lo imagino trabajando con un lienzo como el valle que veo desde el refugio, manteniendo su belleza natural pero añadiendo, meditadamente, algunos (muy pocos) elementos al paisaje. Como granos de sal en la boca.